Una crítica al marxismo-leninismo desde la perspectiva histórica

Por Ariel Cabral

Autor: Billy Renso.

El marxismo-leninismo, como corriente política e ideológica, ha sido promovido por sus defensores como una teoría que aspira a la igualdad y la justicia social. Sin embargo, su aplicación práctica ha revelado numerosos desafíos, y muchos consideran que los resultados históricos de los regímenes inspirados en esta ideología son un «disparate perfecto». Esta expresión refleja cómo el marxismo-leninismo ha sido usado en distintas épocas y países para justificar políticas de control, represión y desigualdad que, en lugar de lograr la prometida sociedad justa, han perpetuado crisis humanitarias y violaciones a los derechos humanos.

Es importante distinguir que el socialismo teórico, tal como fue propuesto por Karl Marx y Friedrich Engels, contiene un ideal de justicia y equidad que, en el papel, resulta atrayente. Sin embargo, cuando Lenin intentó llevar esta teoría a la práctica mediante la revolución bolchevique en Rusia, el resultado fue una serie de actos violentos, que incluyeron la ejecución de los zares y sus hijos. Posteriormente, el modelo socialista implementado en la Unión Soviética se tornó aún más extremo bajo el mando de Stalin, quien fue responsable de una purga masiva que resultó en la muerte de millones de ciudadanos soviéticos, superando incluso las cifras de las atrocidades cometidas por Hitler en su propio país. La eliminación de opositores políticos como León Trotsky, quien fue asesinado en México, es un claro ejemplo de la intolerancia dentro del sistema hacia cualquier disidencia.

Además, la influencia del marxismo-leninismo se expandió en otros lugares, generando situaciones similares. En Cuba, por ejemplo, los ciudadanos que buscan escapar del régimen socialista han arriesgado sus vidas en balsas para llegar a Miami, huyendo de una realidad marcada por la represión y la falta de libertad. Una situación similar ocurrió en Berlín Oriental, donde cientos de personas intentaron cruzar el muro que dividía la parte comunista de la capital alemana de la parte occidental capitalista; muchas de ellas fueron fusiladas en el intento. Estos ejemplos evidencian que, en diversos contextos, los ciudadanos han optado por huir de los regímenes socialistas en búsqueda de libertad y oportunidades económicas.

Es particularmente ilustrativo el caso de Corea, donde el contraste entre el Norte, socialista, y el Sur, capitalista, muestra dos realidades completamente opuestas. Corea del Norte se encuentra en una situación de crisis y pobreza extremas, mientras que Corea del Sur ha prosperado económicamente. Los ciudadanos norcoreanos que logran escapar y llegar al sur buscan, como muchos otros, una vida mejor lejos del sistema socialista que los oprime.

En el contexto cubano, miles de presos políticos siguen siendo el recordatorio de la represión ejercida contra aquellos que se atreven a expresar una opinión diferente al discurso oficial. Las Damas de Blanco, un movimiento conformado por familiares de presos políticos, han sido agredidas en repetidas ocasiones por las autoridades del régimen simplemente por protestar y exigir justicia para sus seres queridos. En Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro, también inspirado en ideas socialistas, ha llevado a un país con enormes recursos naturales a una crisis humanitaria sin precedentes. Lo irónico es que, mientras los ciudadanos luchan contra el hambre y la pobreza, muchos de los líderes socialistas y sus familias viven en el extranjero o disfrutan de una vida de lujos en sus propios países.

Una realidad que resalta es cómo muchos de los defensores del socialismo y el marxismo-leninismo en países capitalistas no se trasladan a vivir bajo esos sistemas, sino que prefieren beneficiarse de la seguridad y las oportunidades económicas del capitalismo. Este hecho hace pensar que las críticas al «imperialismo yanqui», en muchos casos, son solo un discurso ideológico que sirve para alimentar sentimientos antioccidentales sin necesariamente asumir las implicaciones reales de vivir bajo un régimen socialista autoritario.

En conclusión, la experiencia histórica sugiere que el marxismo-leninismo ha sido más efectivo para establecer regímenes autoritarios que para promover la justicia social. Las promesas de igualdad y libertad han quedado en gran medida incumplidas, y los sistemas basados en esta ideología han dejado un rastro de represión y miseria. En un contexto donde las libertades individuales y el bienestar económico se valoran cada vez más, es necesario hacer una revisión crítica de estos modelos y aprender de los errores históricos que se han cometido en su nombre.

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