“Un amor imposible”, pieza teatral del escritor Reynaldo Disla

Por Ariel Cabral

Claudio Rivera, actor, dramaturgo y director del Teatro Guloya, valoró la pieza teatral “Un amor imposible”, del escritor Reynaldo, Disla, la cual fue incluida en “Otra Muestra de Dramaturgos del Sur”, libro recientemente publicado por el periodista y escritor Edgar Valenzuela.

Rivera definió la obra como “un teatro popular ingenioso, audaz, creativo y sobre todo muy necesario y comprometido”.

A continuación el texto íntegro leído por Rivera en el lanzamiento virtual de la antología producida por Valenzuela.

En “Un amor imposible”, del ya establecido como referente obligado de la dramaturgia dominicana contemporánea, Reynaldo Disla, el público es el gran protagonista.

La pieza fue estrenada en 1991. Por supuesto conducido por las ingeniosas y hábiles manos de eficaces intérpretes que se insertan en el riesgo y la incertidumbre propios de la acción teatral en espacios abiertos. Como lo han sido durante más de cuatro décadas, Nives Santana y Manuel Chapuseaux, integrantes del emblemático y ya leyenda Teatro Gayumba.

Ya en el prólogo de la citada obra, escrito por Chapuseaux, se establece la clave de tratamiento y de enfoque que se les da a los espectadores:

“Querido y respetable público. Aprovechando la ocasión de su feliz presencia en este lugar nos permitimos llegar hasta ustedes con el fin de hacerles pasar un momento de esparcimiento agradable y de sana cordialidad”.

Sostenemos que el compromiso ideológico-estético de esta obra, radica en desmontar las estructuras del pensamiento colonizador. En este marco de ideas, los espectadores, participan, completan y complementan la acción teatral.

Desde el inicio mismo se le convida a participar, “ensayando” el siguiente coro: “Iyí ayá bombé”, que significa primero muerto que esclavo. Este coro responsorial será determinante para que los “queridos” espectadores, tomen partido entre los personajes Valenzuela y Mencía, quienes encarnan “Un amor imposible” cargado de atracción, odio y desprecio a las razas indígenas y los descendientes de la madre África.

Frases como “el que ama no destruye lo que ama”, le otorgan al texto una vigencia y actualidad que bien merece ser revisitado. Como recurso de teatralidad esencial el “querido” público, hace actores, de coro cómplice, de escenografía, se le toca, se le insta a opinar, se le sorprende, dentro del juego escénico se le “humilla”, se le invita a hacer de opresores, se le insta sobre todo a tomar partido, a identificarse con los oprimidos que es lo mismo que a identificarse consigo mismo.

El espacio abierto para la representación, es el propicio para que los espectadores, sean convidados a ser parte de la construcción del espacio de la ficción, y que “liberados” de estar restringidos en el patio de butacas, queden expuestos a la libertad de ser parte fundamental del devenir de la acción teatral. Siempre desde la invitación, el disfrute, la comprensión y la toma de decisiones, en franco diálogo con las premisas de Brecht.

Finalmente, el texto se construye en base a diálogos precisos, jocosos, ocurrentes, los que se manejan dentro del registro histórico del habla colonial, al tiempo que con salpicada ironía, se satiriza y denuncia el sesgo colonialista de ese mismo lenguaje.

Aunque ya no esté de moda y no se encuentre entre las preferencias estéticas de muchos hacedores del arte teatral, reivindicamos a “Un amor imposible”, como un teatro popular ingenioso, audaz, creativo y sobre todo muy necesario y comprometido.

Fuente: Diario Libre.

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