El objetivo del seguimiento de los contagiados es alertar a las personas que podrían haber estado expuestas a alguien con coronavirus, y evitar que lo transmitan a otros. Expertos en salud dicen que el rastreo de contactos es clave para contener el virus y permitir las reaperturas con una mayor seguridad.
Pero el proceso no es fácil.
Cuando una persona da positivo al virus, un rastreador de contactos se pone en contacto con ella e intenta determinar dónde ha estado y con quién.
La atención se centra en los contactos cercanos o en la gente que estuvo a unos dos metros (seis pies) de distancia de la persona infectada por al menos 10 minutos. A esas personas se les pedirá que se aíslen, se automonitoreen para detectar síntomas y se sometan a una prueba si fuese necesario.
En aquellos casos que muestren síntomas, el proceso de seguimiento comenzaría de nuevo.
El rastreo de contactos se hace de distintas formas en todo el mundo. Pero un problema común es determinar con quien ha estado una persona, algo que se complica si se reanudan las reuniones con amigos y familia y a medida que los bares, restaurantes y otros establecimientos recuperan la actividad.
Las autoridades sanitarias también podrían verse desbordadas de casos. En Estados Unidos, por ejemplo, los departamentos de salud locales confían en mensajes de texto automatizados para alertar a la población que pudo haber estado expuesta a una persona infectada. Los funcionarios prefieren llamar a la gente si es posible porque puede ayudar a generar confianza. Pero algunos no llegan a responder a los llamados o mensajes.
Además hay presión para actuar rápido. En un escenario ideal, la mayoría de los contactos de una persona deberían ser avisados en el plazo de un día.
Fuente: Europa Press.