Estar sentados puede contribuir a que continuemos con sobrepeso

Por Ariel Cabral

En un interesante estudio reciente que se enfocó en adultos con sobrepeso, aquellos que usaron prendas pesadas durante tres semanas adelgazaron sin cambiar conscientemente sus dietas, moverse más o alterar sus vidas de cualquier otra manera.

El estudio, que surgió de investigaciones relacionadas con roedores, sugiere que nuestros cuerpos saben cuánto debemos pesar y, si excedemos abruptamente ese nivel, pueden obligarnos a perder peso. Pero esas conclusiones también plantean preguntas interesantes sobre por qué muchos de nosotros engordamos durante la edad adulta y si algunos aspectos de nuestro estilo de vida moderno, como las largas horas que pasamos sentados, pueden contribuir a esa situación.

Cualquier persona que ha perdido varios kilos para luego ver, con tristeza, cómo vuelven a su cuerpo, ha experimentado la fuerza de la homeostasis. Siendo un concepto biológico bien establecido, la homeostasis se refiere, en esencia, al obstinado deseo de nuestros cuerpos por mantener las cosas como han estado. Si un proceso fisiológico funcionó en el pasado, por lo general, el cuerpo intenta restablecerlo cuando algo cambia dentro de nuestro organismo.

En la práctica, la homeostasis significa que si, por ejemplo, logramos disminuir algo de grasa corporal, varios mecanismos homeostáticos en nuestros cerebros y células reconocen esa pérdida y comienzan a enviar mensajes que aumentan el hambre o nos impulsan a movernos menos hasta que, inexorablemente, volvemos a subir de peso.

Pero, por alguna razón, son raras las ocasiones en que sucede la reacción homeostática opuesta. Si sobrepasamos nuestro peso original o si, en el curso de la vida moderna normal, aumentamos algunos kilos, nuestros mecanismos innatos de control de peso rara vez se activan para alertar a nuestros cuerpos con el fin de quitarnos esos kilos de más. En cambio, tal parece que el sistema homeostático se encoge de hombros y acepta esa masa corporal adicional como la nueva normalidad.

Hay muchas teorías sobre por qué los kilos de más son tan difíciles de controlar, y los mecanismos completos que rigen sus dinámicas siguen siendo misteriosos. Pero hace unos años, los investigadores de la Universidad de Gotemburgo en Suecia comenzaron a preguntarse sobre el tiempo que pasamos sentados. Ser sedentario durante varias horas al día se asocia con mayores riesgos de aumento de peso y obesidad, en parte porque el acto de sentarse quema pocas calorías.

Sin embargo, los investigadores suecos se preguntaron si la inmovilidad quizá también engaña a los cuerpos haciéndoles creer que pesan menos porque las sillas soportan una parte del peso corporal. Para estudiar el tema, hace unos años realizaron experimentos extensos con roedores que presentaban sobrepeso. Los científicos implantaron gránulos de plomo en los animales, haciendo que instantáneamente fuesen más pesados.

Al cabo de dos semanas, la mayoría de los animales habían perdido suficiente grasa corporal como para que su peso, incluidos los gránulos, fuera casi el mismo que el del mes anterior. Después de remover los gránulos, los animales recuperaron el peso perdido. Su control de peso homeostático había funcionado.

Fuente: The New York Times.

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