El papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus dominical desde la capilla de su residencia vaticana y no desde la ventana del Palacio Apostólico para sanar un resfriado y como «precaución» antes de la Navidad.
«Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Lamento no estar con vosotros en la plaza. Estoy mejorando pero se deben tomar precauciones», empezó el papa, con una voz algo afectada y con tos, en su mensaje retransmitido por la Santa Sede.
Por eso, habló de la maternidad y la infancia en su mensaje previo al Ángelus y recordó cuando, antes de ser papa y tomaba el autobús, veía cómo se cedía el asiento a las mujeres embarazadas: «Era un gesto de esperanza y respeto», dijo.
Así, llamó a ser «gentiles» con las madres encinta y a defender el «valor sagrado de la vida de los pequeños desde su concepción en el vientre materno».
«Aquí, en la plaza, veo a madres con sus hijos, y quizá también haya algunas que estén en la ‘dulce espera de uno’. Por favor, no seamos indiferentes a su presencia, aprendamos a admirarnos de su belleza y, como hicieron Isabel y María, bendigamos a las madres y alabemos a Dios por el milagro de la vida», dijo en su mensaje.
Francisco ha decidido así evitar asomarse a la ventana sobre la Plaza de San Pedro y el frío del invierno para curarse de un resfriado antes de la Navidad, que arrancará este martes con la misa de Nochebuena en la basílica de San Pedro.