En este sentido, un coágulo de sangre puede ser estacionario (lo que se conoce como trombo) y bloquear el flujo de sangre, o puede liberarse (conocido como embolia) y viajar a través del cuerpo.
Lo cierto es que es un riesgo que pueden desarrollar cientos de personas. Generalmente, los efectos que aumentan el riesgo de una persona de desarrollar coágulos de sangre son: tomar anticonceptivos orales, larga inmovilidad, tener obesidad, fumar, ser mayor de 60 años, el embarazo, antecedentes familiares en coágulos sanguíneos, algunos cánceres, traumas, enfermedades inflamatorias crónicas y diabetes.
Por eso, es importante que las personas en riesgo de desarrollarlos conozcan los signos y síntomas asociados, aunque estos últimos varían según el tipo de coágulo.
Por ejemplo, en la trombosis venosa profunda (TVP), que generalmente ocurre en una vena principal de la pierna, no tiene ningún síntoma, pero sí que se puede apreciar calor en el sitio del coágulo, sensibilidad o dolor en la pierna, hinchazón o la piel se pone roja o morada.
Una embolia pulmonar es un coágulo que viaja a través de las venas y termina en los pulmones. En esta ocasión, puede llegar a ser mortal. Algunos de sus síntomas más comunes son el dolor agudo en el pecho, principalmente al respirar, una tos con sangre, fiebre, mareo, pulso rápido, falta de aliento repentina y sudoración inexplicable.
En cuanto a los coágulos arteriales, generalmente producen síntomas rápidos porque comienzan a cortar el oxígeno a los órganos. Pueden causar diversos síntomas y complicaciones, como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, dolor intenso y parálisis.
Fuente: Noticia en Salud.