Comer pescado protege al cerebro de la contaminación del aire

Por Ariel Cabral

Las mujeres mayores que comen más de una o dos porciones a la semana de pescado o mariscos al horno o a la parrilla pueden consumir suficientes ácidos grasos omega-3 para contrarrestar los efectos de la contaminación del aire en el cerebro, según un nuevo estudio publicado en línea en ‘Neurology’, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología.

Los investigadores encontraron que entre las mujeres mayores que vivían en áreas con altos niveles de contaminación del aire, aquellas que tenían los niveles más bajos de ácidos grasos omega-3 en la sangre tenían más contracción cerebral que las mujeres que tenían los niveles más altos.

«El pescado es una excelente fuente de ácidos grasos omega-3 y fácil de agregar a la dieta –explica el autor del estudio Ka He, de la Universidad de Columbia en Nueva York–. Se ha demostrado que los ácidos grasos Omega-3 combaten la inflamación y mantienen la estructura cerebral en los cerebros envejecidos. También se ha descubierto que reducen el daño cerebral causado por neurotoxinas como el plomo y el mercurio».

«Por ello que exploramos si los ácidos grasos omega-3 tienen un efecto protector contra otra neurotoxina, las partículas finas que se encuentran en la contaminación del aire», continúa.

En el estudio participaron 1.315 mujeres con una edad promedio de 70 años que no tenían demencia al comienzo del estudio. Las mujeres completaron cuestionarios sobre dieta, actividad física e historial médico.

Los investigadores utilizaron el cuestionario de dieta para calcular la cantidad promedio de pescado que consumía cada mujer cada semana, incluido pescado asado o al horno, atún enlatado, ensalada de atún, estofado de atún y mariscos no fritos. El pescado frito no se incluyó porque la investigación ha demostrado que la fritura daña los ácidos grasos omega-3.

Los participantes recibieron análisis de sangre. Los investigadores midieron la cantidad de ácidos grasos omega-3 en sus glóbulos rojos y luego dividieron a las mujeres en cuatro grupos en función de la cantidad de ácidos grasos omega-3 en su sangre.

 

Fuente: Europa Press.

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